Durante mucho tiempo pensé que emprender era algo reservado para la gente joven. Esas persona que salen con fuerza al mundo, que tienen claro lo que quieren hacer, que manejan la tecnología con soltura y que parecen tenerlo todo por delante.

Yo tenía 50 años cuando decidí emprender desde cero. No tenía un plan de negocio perfecto, ni sabía mucho de redes sociales, ni me sentía "moderna" en el sentido que se espera. Lo que sí tenía era una ilusión enorme, muchas ganas de aprender y una pasión muy clara: crear con las manos y acompañar a otras personas a descubrir lo bonito que es coser.

A veces me preguntan si no me dio miedo.

Claro que sí. Me daba miedo no saber por dónde empezar, hacer el ridículo, no estar "a la altura" del mundo online. Pero más miedo me daba mirar atrás algún día y preguntarme: ¿y si lo hubiera intentado?

Así que empecé. Con lo que tenía. Con lo que sabía.

Con mi taller en casa, mis muñecos rellenos de cariño y una vocecita que me decía "Eva, tú puedes."

Hoy tengo 56 años y no cambiaría este camino por nada. No ha sido fácil, pero ha sido precioso. Me ha regalado cosas que no esperaba. Nuevas amistades, una comunidad que me anima, y la certeza de que nunca es tarde si la decisión nace del alma. 

Si estás leyendo esto y te ronda la cabeza la idea de emprender, da igual si tienes 30, 50 o 70 años. ¡Lo importante no es la edad!

Lo importante es que tu deseo esté vivo.

Y si ya has empezado y a veces sientes que vas tarde, que todo va lento o que te cuesta más que a los otros... Respira. Tú también estás construyendo algo valioso.

A tu ritmo, con tu estilo, desde tu historia.

Porque emprender a los 50 no es una locura.

Es un acto de amor propio.

Y una de las decisiones más valientes que puedes tomar.

Y tú, ¿Has empezado algo importante "fuera de tiempo"?

¿Te ronda la idea de emprender y no sabes por dónde empezar?

Me encantará leerte.

Puedes comentar en este enlacace

Nos leemos en el próximo post.

Muchas gracias por estar ahí.

Eva.